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Dibujos en la acera>>

Expectación en la corrida inaugura 09-10
  

* No fue la tarde de suerte para Enrique Ponce
* Manolo Arruza se despide con enormes faenas
* Fermín Espínola refrenda su calidad, pero no devuelve oreja

Por BENJAMIN BERNAL

 Con orejas para todo mundo, inmerecidas algunas, acudimos al I Festejo en la temporada 2009-2010, donde vimos excelentes faenas, otras de mediana factura y por momentos Ponce vuelve a las andadas, saltaba en exceso y tomaba ventaja citando de muy lejos. Predominaron las faenas por la derecha y hubo ausencia de naturales.

Siete toros se lidiaron, el primero correspondió a Manolo, de nombre Pistache con 453 kilos, de buen aspecto. Lo recibe con chicuelinas, medias verónicas por la derecha y un remate soberbio. Puso banderillas, demuestra así que se puede tener 37 años de alternativa y 54 de vida y salir a dar una lección de toreo a los jóvenes. Que en este caso estuvieron a la altura. O casi, por momentos se desdibujo Ponce ante la maestría que encierran las canas.

Brinda a Alberto Bailleres, derechazos doblándose, recortes, desarme, molinete de rodillas, tres derechazos, luego cinco, para rematar con el de pecho. Seis doblones y un desplante de rodillas, para casi cumplir con el teléfono. Aplausos y cita para dejar una soberbia estocada en buen lugar.  Oreja, que sentimos era poco para ese trabajo redondo.

El segundo de la tarde, Cañero, con 513 kilos es para Ponce, como todos los toros es de San José, bragado, caribello. Imparte curso de buenas verónicas, ole, pero empieza a corregir en exceso los terrenos, que con frecuencia le ha atraído rechiflas, porque es ventajista y sabemos que puede más. Aplausos, las banderillas fueron un franco desastre. Brindis al centro de la plaza. Empieza con derechazos, demasiados pasos entre los muletazos, el de pecho, elegante, cuando trata con la izquierda se lleva un susto, pases por abajo, más derechazos. Alarga la faena, hace pausas, el toro empieza a buscarlo. Esta a punto de ser desarmado. Vitolina. Trincherazo, se prepara y deja una estocada de excelente realización. Oreja protestadísima.

El tercero se llamó Huasteco, con 495 kilos. Espínola, le toca un berrendo. Quiere escaparse del caballo, pero le deja una buna puya. Fregolina, larga a una mano. Le piden banderillas y cumple con precisión y soltura, la última al quiebro, aunque con dos intentos. Perfecta ejecución. Derechazos, terminando con el de pecho. Largos muletazos por la diestra, rematando con estilo. Tandas de mediana calidad y las termina con remates en largo. Dosantina, circurret, otro en sentido inverso. Gritos de toro. Deja la espada ligeramente caída. Dos orejas muy protestadas, con una hubiera bastado.

En el cuarto, Ponce no hace mayor cosa, más bien anuló su primer faena.

Así transcurrió la tarde, Manolo atendió a un toro negro, astifino de nombre “Veracruzano”, desde la puya se ve que no dará lucimiento el animal. Logra una gran faena con molinetes, de pecho, pocos naturales, largos derechazos. Se perfila y deja un pinchazo, otro y con un tajo desprendido cae a plomo la res.  Le corta la coleta su hijo Manolito junto con su apoderado.  No haber matado a la primera le costó dos orejas que realmente había ganado. Rarezas del público.

Fermin gana otra oreja en el segundo, realiza una poderosa faena con banderillas de excelentes maneras, faena sin continuidad, afarolado, trincherazo, arrucina, se lleva un susto por estar desprevenido. Mata a la primera. Dan oreja al matador (reclamada por el respetable) y arrastre lento al burel. Ya nos había informado Ponce que regalaría un séptimo.

 Ponce trata de manejar al séptimo, pero el respetable rechaza al animal, que antes de ser picado es retornado a los corrales.

El Octavo tiene buena pinta, jarocho, con 485 kilos. Buen toro, que no es cómodo para el valenciano, que trata de justificar sus 40,000 dólares.  Ni siquiera en los caballos y banderillas existió lucimiento. Sin brindar pasa a dar doblones, alargando el compás, pases por lo alto, derechazos. El de pecho, derechazos en redondo, larga faena, variada en su calidad, rectifica menos los terrenos. Algunos momentos inciertos, rasca la arena el de las pezuñas. Pinchazo, el segundo, al tercer intento cae la res.

Buena tarde, en que vimos a personalidades de la vida social, política, artística y taurina, rara mezcla que sólo en la Plaza México pueden convivir sin tirarse mordidas.

En la página de la Plaza preguntan, ¿de quién es la responsabilidad de que reviva la moribunda fiesta brava? Obviamente que de la empresa, a la que Rafael Herrerías ha maltratado con sus escándalos y desprecio al público. ¿Quiere culpabilizar al público? Si no acude, es porque le han presentado carteles pobres, altos precios, engaños en cuanto a cuernos limados, edades fingidas, peso falso. Mentiras, igualito que en la política mexicana.    
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