|   Sor Juana Inés de la CruzMéxico
   Hombres necios que acusáis
 a la mujer sin razón,
 sin ver que sois la ocasión
 de lo mismo que culpáis.
 Si con ansia sin igualsolicitáis su desdén,
 ¿por qué queréis que obren bien
 si las incitáis al mal?
 Combatís su resistenciay luego con gravedad
 decís que fue liviandad
 lo que hizo la diligencia.
 Parecer quiere el denuedode vuestro parecer loco
 al niño que pone el coco
 y luego le tiene miedo.
 Queréis con presunción neciahallar a la que buscáis,
 para pretendida, Tais,
 y en la posesión, Lucrecia.
 ¿Qué humor puede ser más raroque el que, falto de consejo,
 él mismo empaña el espejo
 y siente que no esté claro?
 Con el favor y el desdéntenéis condición igual,
 quejándoos, si os tratan mal,
 burlándoos, si os quieren bien.
 Opinión ninguna gana,pues la que más se recata,
 si no os admite, es ingrata,
 y si os admite, es liviana.
 Siempre tan necios andáisque con desigual nivel
 a una culpáis por cruel
 y a otra por fácil culpáis.
 ¿Pues cómo ha de estar templadala que vuestro amor pretende,
 si la que es ingrata ofende
 y la que es fácil enfada?
 Mas entre el enfado y penaque vuestro gusto refiere,
 bien haya la que no os quiere
 y queja enhorabuena.
 Dan vuestras amantes penasa sus libertades alas
 y después de hacerlas malas
 las queréis hallar muy buenas.
 ¿Cuál mayor culpa ha tenidoen una pasión errada:
 la que cae de rogada
 o el que ruega de caído?
 ¿O cuál es más de culpar,aunque cualquiera mal haga:
 la que peca por la paga
 o el que paga por pecar?
 ¿Pues para qué os espantáisde la culpa que tenéis?
 Queredlas cual las hacéis
 o hacedlas cual las buscáis.
 Dejad de solicitary después con más razón
 acusaréis la afición
 de la que os fuere a rogar.
 Bien con muchas armas fundojuntáis  diablo, carne y mundo.que lidia vuestra arrogancia,
 pues en promesa e instancia
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