RAMIRO GÓMEZ-LUENGO
            Nace una flor, todos los días sale el sol 
                de vez en cuando escuchas aquella voz, como
                de pan gustosa de cantar en los aleros 
              de mi mente y con las chicharras
            Estaba el perro confinado en su guarida y negado a salir a  aplastar calles por aquello del bicho asesino que viaja de puercos a personas y  de personas a idems, cuando una voz lo puso en alerta:
                
  “¿Y si esto del virus del que todos hablan, aunque nadie  tiene un conocido que esté infectado, no es más que un invento de nuestros  geniales políticos para distraernos de algo mucho más cabrón? ¿Y si viene otra  devaluación? ¿Qué tal si los militares, hartos de tanto gobierno regalapatrias,  finalmente deciden asumir su papel de guardianes del país y dar un golpe de  Estado para preservar la soberanía? 
            “¿Y si es al revés? Que para variar no quisieron informar a  tiempo a la población porque pensaron que esto sería un desprestigio más para  el chaparrito, peloncito y de lentes que lleva las rienda de este país con la  firme asistencia de doña Gordillo de Salinas de Gortari.
  “Imagínate perro, en vez de mil infectados son más de 100  mil, y los muertos no suman apenas 90, sino por lo menos unos 900... Dios nos  agarre confesados”.
            Pero a la vez existe un transformador            
            que te consume lo mejor que tenés 
                te tira atrás, te pide más y más 
              y llega un punto en que no querés. 
            Despertó el perro de su ensoñación cuando se dio cuenta de  que la voz no venía de su interior, sino de los labios del Químico,  connotado teporocho de la   Portales que ha hecho de una de las bancas del Parque de los  Venados su residencia nocturna y quien, a pesar de que su alcoholismo le valió  perder esposa, hijos, casa y trabajo, es, debido a su preparación  universitaria, una fuente digna de escucharse ahora que el amor se da en  tiempos de cólera.
                
              -¿De dónde saca usted esas cosas locas? –preguntó el perro  de marras al hombre de ciencia en resguardo.
  
              -¿Tú le crees al gobierno? Ningún ciudadano en su sano  juicio le cree a una autoridad y mucho menos un mexicano al gobierno de México,  por aquello de que nomás nos han estado estafando durante los últimos 197 años.
  
              De chavo recuerdo que el presidente de la República de entonces  dijo que defendería el peso como un perro, y orita nomás estamos a más de 13  mil pesos por un dólar. El que lo sucedió sigue repitiendo como perico hasta el  día de hoy que en el terremoto de 1985 nomás murieron 35 personas y que en las  elecciones del 88 no hubo fraude.
  
              Ya mejor ni te cuento del chaparrito, peloncito, pero no de  lentes, que nos puso en el primer mundo con su Tratado de Libre Comercio; o que  me dices del muchacho que sacaba puro 10 en la escuela y que no tuvo ningún  empacho en devaluar a menos de dos meses de iniciar su desgobierno. 
  
              Claro, ninguno de todos estos se compara con el presidente  del cambio, el cual sigue en campaña y quien dijo que en 20 años íbamos a ser  como Japón, aunque no aclaro que seríamos como los nipones después de que los  gringos lanzaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
            
            Mamá la libertad, siempre la llevarás 
                dentro del corazón 
                te pueden corromper 
                te puedes olvidar 
              pero ella siempre está 
            -En la madre Químico.  Ora sí me puso a pensar.
                
              -Radio Calle nunca se equivoca mi perro solitario, y en mi  diario avatar oigo los comentarios de la gente, del inconsciente colectivo, y  casi todos coinciden en los mismo: todo este relajo es una maniobra distractiva  porque se viene algo realmente pesado. O es que ya se le olvidó todo el relajo  que armaron hace algunos años con el mentado y traido Chupacabras.
  
              -¿La cosa esa que decían que era como una mezcla de perro  con iguana y que no sólo comía gallinas, sino que también atacaba seres  humanos?
  
              -Claro. Se suponía que era una especie de eslabón perdido.  Luego dijeron que era un experimento con animales que se le había chispoteado a  un científico loco de Estados Unidos. Bueno, no había hasta una supuesta foto  del bicho. Es más, recuerdo que varias personas declararon haberlo visto e  incluso una de ellas, mujer por cierto, dijo que el animal la atacó, pero no  para comérsela, sino para hacerle unos chupacabritas.
  
  -¿Pero que tiene que ver con un virus el Chupacabras?
  
              -Es lo mismo...propaganda, barullo, ruido, chisme, palabras.  El ser humano vive dormido en la tercera conciencia, es decir, en el inconsciente  colectivo. No pensamos lo que hacemos, simplemente lo hacemos, y luego lo  razonamos, si es que lo razonamos.
  
              Entras al Metro y automáticamente empiezas a apurarte, como  todos los que te rodean. Llega el convoy, y aunque todavía no para de inmediato,  te pegas al andén y empiezas a adivinar en qué puerta te va a tocar. Suena la  chicharra, se abren las puertas, dejas salir a una o dos personas ¡y pum!, te  lanzas en tropel en busca de un asiento que, obviamente, ya está ocupado.
              Te aprietas junto a la puerta, aunque en medio este vacío el  convoy, porque estás convencido, igual que todos los que te rodean, de que no  te van a dejar salir cuanto te toque tu estación  y aunque estás entre puros iguales, no  volteas a ver a nadie, ya que vas sumido en pensamientos que son tan  importantes, que son iguales a los de los otros: “otra vez voy a llegar tarde;  pinche salario de mierda que no alcanza para nada; bola de jodidos, por qué  todos tienen que ir a  la chamba a la  misma hora que yo; si me saco la lotería me voy a vivir a Acapulco; ¿Es  gnóstico el ser?”
              .
              De repente suena la chicharra, el convoy arranca y te das  cuenta de que se te acaba de pasar la estación en donde tenías que bajarte.  Simplemente estás dormido. Vives en el plano de los sueños.
  
              -¿Y cuándo despertaré?
  
              -Si lo deseas, en este momento. Pero primero olvídate de  este pequeño, mediocre y absurdo mundo.
  
  -Creo que no podría
  
              -Entonces confórmate con  tu vida, con tus autoridades y con sus bichos.
  
              -¿Estamos al inicio de algo grande?
  
              -Esto empezó hace mucho, pero trascendió porque fueron los  canadienses los que rajaron que les había llegado un pasajero procedente de  México con el famosos virus. Y ahórrate ponerte tapabocas o guantes, porque eso  sirve para todo, menos para detener un virus.
  
              -¿Entons?
            -Vete al descampado. No estés junto a nadie. Lávate las  manos con cloro. Toma mucha vitamina C. Asoléate, pero sobre todo, rézale mucho  a Dios. 
            -¿Propones un cambio de vida?
            -Y qué otra cosa. Esto no es como la política, donde el  gobierno promete grandes cambios y acaba haciendo reformitas para que no haya  enojos. Si la cosa se pone seria, no puedes pedirle a la gente que siga como si  nada o que se quede en su casa dos semanitas, ya que tienen que trabajar para  tener dinero, comprar alimentos y poder vivir.
            De entrada, taxistas, ambulantes, restaurantes, cines,  antros y otros lugares públicos de distracción, ya bailaron.
            No podemos seguir como si nada, y si los políticos  recomiendan trabajar desde sus hogares, es porque ellos siempre lo han hecho  así, además de que tienen sus quincenas seguras.
            -Es cierto, como decía Abraham, que en las ciudades vive  el diablo, pero es difícil romper con la cotidianeidad y pensar que es posible  comenzar de nuevo
              -Te fijas perrito que tienes en el cerebro una chicharra.
            Ayer soñé con los hambrientos, los locos, 
                los que se fueron, los que están en prisión 
                hoy desperté cantando esta canción 
                que ya fue escrita hace tiempo atrás. 
                Es necesario cantar de nuevo, 
                una vez más.
            Inconsciente Colectivo. Canción de Charly García.
            (rluengo4@hotmail.com)