RAMIRO GÓMEZ-LUENGO
            Mientras el silbido de la locomotora inunda de melancolía el  cielo azul de Tulancingo, un niño de apenas cinco años de edad y que lleva por  nombre Rodolfo Guzmán Huerta no puede contener el llanto mientras el tren, a  bordo del cual viaja su madre enferma con destino a la ciudad de México, se  aleja poco apoco de la estación hasta perderse en la lejanía.
              
              Muchos años después, el Santo, quien sin más ayuda que la  fuerza de sus puños y sus ideales justicieros acabaría lo mismo con mujeres  vampiros y una que otra momia de Guanajuato, sin dejar pasar algún marciano  malévolo, le revelaría a uno de sus hijos, el mismo que hoy en día mantiene  viva la leyenda del Enmascarado de Plata en los encordados: “Siempre que escucho  el silbido de una locomotora, no puedo evitar llorar”.
              
              Por eso cuando el Hijo del Santo decidió en el 2005 que ya  era hora de hacerle al Enmascarado de Plata una estatua en su tierra natal que  estuviera a la altura de su leyenda, no dudó ni por un segundo en dónde debería  colocarla: la antigua estación del tren de Tulancingo, hoy convertida en museo  ferrocarrilero.
              
              Pero como las cosas buenas siempre vienen por partida doble,  la obra del escultor Edwin Barrera, develada el 31 de julio del 2005 ante más  de 3 mil personas, tiene un copia fiel que fue montada a mediados del 2006 a la entrada del barrio  de Tepito, lugar donde Rodolfo Guzmán Huerta vivió parte de su infancia y  adolescencia, exactamente en el cruce de Jesús Carranza y Gorostiza, atrasito  de la antigua aduana de Peralvillo y, casualmente, a unos cuantos pasos de lo  que era la casa redonda del Ferrocarril Hidalgo, zona que se conoce actualmente  como La Ronda.
              
              Me vinieron a vender un santo
              
              Bombero por afición y escultor por vocación, Barrera García  considera como la consagración de su carrera artística haber plasmado en metal  toda la fuerza del carisma del Santo, “aunque debo admitir que temblé cuando  supe que el Hijo del Santo y las autoridades de Tulancingo y el DF me  notificaron que deseaban que fuera el creador, ya que la ilusión de millones de  mexicanos estaba en mis manos”.
              
  “Como corresponde al Santo, uno de los más entrañables  íconos de la cultura popular mexicana, las dos esculturas tienen el corazón de  acero, pero sus almas de carne y hueso, porque es de todos sabido que abajo del  ring, El Profe, como lo conocían cariñosamente sus colegas de profesión,  sólo tenía amigos”. 
 
  
              Barrera García, quien acudió como cada año a pagar respeto a  su ídolo visitando su estatua en Tepito, revela que Tulancingo tenía una deuda  pendiente con el Santo, puesto que en 1997, cuando se cumplieron los 67 años  del debut del Enmascarado de Plata en los encordados, se le erigió un  monumento, precisamente sobre la avenida que lleva su nombre, “pero era una  estatua de concreto harto fea y contrahecha, que no estaba a la altura de su  leyenda”.
              
  “Incluso sobre dicha estatua se cuenta una anécdota muy  curiosa, puesto que la persona encargada de pintarla, un señor ya muy mayor de  edad, se acordó que cuando el Santo decidió enmascararse se inició como El  Hombre Rojo, por lo que pintó el monumento de ese color, por considerarlo más  bonito que el plateado. Gracias a Dios alguien se dio cuenta pocas horas antes  de la develación y ordenó comprar varias latas de spray plata, con lo cual  lograron recubrir el rojo, si bien el acabado final tenía un tono gris”.
  
              Autor también del Monumento al Bombero, actividad que  desempeño durante 13 años tanto en Tulancingo como en varios municipios del  Estado de México, el artista revela que las dos estatuas del Santo miden tres  metros y medio, más la base, que es de tres metros, y que el costo de ambas no  supero los 360 mil pesos, “ya que use para crearlas materiales ligeros de gran  resistencia sobre una estructura metálica”.
              
  “El Hijo del Santo nos proporcionó material fotográfico y  varias de las películas que protagonizó su señor padre para analizar y plasmar  a detalle los rasgos físicos del Enmascarado de Plata, además de que colocamos  su figura, con todo y capa, en la clásica posición de guardia, súper conocida  gracias a los muñequitos de plástico”.
             Sin marco sin cristal y sin vidriera
              “No es que tuviera algo en contra de la estatua que se montó  en 1997 en el crucero de la carretera Tulancingo-Acatlán  –agrega Barrera García- pero la verdad es que  ésta le hacía un flaco favor a la leyenda del Enmascarado de Plata, porque  quedó tan chiquita y contrahecha que se parecía más al Santos de la tira cómica  que dibujaban con gran éxito, hace algunos años, Jis y Trino”.
                
                Bajo la supervisión del Hijo del Santo, quien está muy  comprometido tanto con Tulancingo como con el DF en materia de apoyo a  actividades de corte social, Edwin Barrera logró plasmar una efigie acorde a la  complexión y porte clásico del gladiador hidalguense.
                
                Interrogado acerca de sino recibieron críticas por parte de  la oposición como de algún intelectual trasnochado por dedicarle no uno, sino  dos veces el mismo monumento al mismo luchador, Barrera revira: “pues si a  alguien no le gustó la idea, de seguro que no  es chilango ni tulancinguense”.
                
“Perrito, si hay algo que te puedo recalcar, y lo dijo  porque me tocó verlo junto a las autoridades de entonces en Tulancingo, es que  la gente exigía un monumento para el Santo acorde con su grandeza. Además, el  Santo siempre subrayó en todos lo lugares donde se paró su orgullo por ser  originario de Tulancingo, a pesar de que salió de su tierra muy joven, así como  que su barrio adoptivo en la gran capital, donde se hizo hombre y descubrió su  vocación por el pancracio, era nada más y nada menos que Tepito”.
              
              La gente preguntaba qué santo era
            Fue un 5 de febrero de 1984 cuando México se despertó con la  noticia de que el Santo, el Enmascarado de Plata, también conocido como Rodolfo  Guzmán Huerta, había fallecido a los 67 años de edad, víctima de un infarto al  corazón fulminante.
              
              Si bien la leyenda y la realidad se confunden, se dice que  fue el 28 de junio de 1934 en la arena Peravillo-Cozumel, aunque otros aseguran  que en 1935 en el deportivo Islas de la colonia Guerrero, cuando el entonces  Rudy Guzmán se inició en los avatares del pancracio.
              
              Poco después decidió enmascararse bajo el personaje del  Hombre Rojo, pero como la fama no se le daba, decidió presentarse como el  Murciélago II, lo que ocasionó la protesta ante la Comisión de Box y Lucha  del Distrito Federal del Murciélago Velásquez, por lo que tuvo que desistir de  esta última idea.
              
              Fue su primer maestro, Jesús Lomelí, quien le cambió la vida  cuando no sólo le dio un equipo totalmente nuevo de color plateado, sino que  además le sugirió adoptar el nombre del Santo, lo que era una paradoja, puesto  que en ese entonces el Enmascarado de Plata era un rudo de siete suelas; pero  don Chucho convenció a Rudy al señalarle que, de ese modo, estaría plenamente  autorizado para recetarle a sus contrincantes “más de un santo chingadazo”. 
              
              El Santo hizo su debut oficial el 26 de julio de 1942 contra  el Lobo Negro, siendo descalificado por exceso de rudeza, pero tuvo tan buen  recibimiento de la afición, que muy pronto estableció rivalidades a muerte con  luchadores de la talla de Bobby Bonales, Tarzán López y Blue Demond.
              
              Con el también inmortal Gori Guerrero formó la llamada  Pareja Atómica y fue ese mismo luchador quien le cedió al Santo la llave que lo  lanzaría a la fama: La de a caballo, gracias a la cual pudo conquistar los  campeonatos nacionales y mundiales welter, así como el campeonato nacional  medio. 
              
              El santo más chingón de la pradera
            La aparición del Santo en las historietas de José G. Cruz,  así como en el cine, llevaron la fama del Enmascarado de Plata a las nubes no  sólo en México, sino también en países como Japón, Tailandia, Líbano e incluso  Francia, por lo que se vio obligado a pasarse al bando de los técnicos, lo cual  no hizo más que aumentar su enorme carisma entre la afición mexicana, que ya lo  había convertido en su ídolo.
              
              El Santo abrió una de sus más gloriosas páginas cuando  aceptó en 1958 entrar al mundo del celuloide con la película El cerebro del  mal, iniciando así una larga carrera cinematográfica que abarcó casi un  cuarto de siglo, con más de 50 películas   y en donde el tema siempre fue el mismo: la lucha del bien contra el  mal, es decir, rudos contra técnicos, pa acabar pronto.
              
              Fue el 12 de septiembre de 1982 cuando el Santo anunció su  retiro, luego de que durante un combate de tríos contra los Misioneros de la Muerte en el ahora  desaparecido Toreo de Cuatro Caminos, se desvaneció a mitad de la lucha, siendo  llevado en vilo al camerino, donde un doctor le dio respiración boca a boca y  masajes directos al corazón que lograron resucitarlo tras casi media hora de  muerte virtual.
              
              Si bien retirado de los encordados, el Enmascarado de Plata  siguió haciendo apariciones públicas tanto en las arenas como en la televisión,  y fue precisamente en los programas Hoy Mismo, durante un breve  instante, y Contrapunto, conducido por Jacobo Zabludovsky, un 26 de  enero de 1984, cuando para demostrar que se conservaba entero, se levantó ante  la exclamación de todos la mascara, enseñando un rostro cetrino y curtido, más  acorde con un cincuentón que con alguien que ya frisaba los 67 años. 
       
              Premonición, casualidad, pero sólo dos semanas después de su  virtual autodestape en Contrapunto y mientras realizaba un acto  de escapismo en el Teatro Blanquita, del cual era socio propietario, el Santo  sintió que su corazón volvía a fallarle, por lo que fue llevado de urgencia al  Hospital Mosel, donde fue declarado muerto pocas horas después de su llegada,  víctima de un ataque cardiaco.
              
              Miles de personas, lo mismo los abuelos que lo siguieron  desde sus inicios, hasta los niños que sueñan con emular sus hazañas tras verlo  en sus películas, acudieron a despedir al Santo, y mientras su cuerpo, con la  máscara cubriendo su rostro, era depositado en una cripta del cementerio  capitalino de Mausoleos del Ángel, un grito comenzó a retumbar en los corazones  de todos aquellos que sabían que se volvió eterno el mismo día en que murió:  ¡Santo... santo... santo!
              
              Y era de nogal, era de nogal el santo
            “Al Santo no le agradaba mucho la idea de que José G. Cruz,  otro personaje de antología dentro de la vida nacional, lo supliera a veces en  las sesiones fotográficas de las historietas con un cuate de físico mucho más  trabajado que el suyo, que era muy fuerte pero que no estaba, como se dice en  el argot de los gimnasios, marcado.
              
  “Por eso cuando le preguntaban si era él el que posaba para  las historietas, siempre contestaba en tono de broma: ‘cuando sale el panzón  sí, pero a veces me suple un maricón levanta pesas’”, comenta Junior,  estudiante de cine y residente del barrio bravo, quien le revela al perro de  Portales que su amor por el celuloide nació de las películas de su ídolo, “las  cuales me encantaría refritear con una perspectiva más de este siglo”.
              
  “Recuerdo que de chavito me tocó ver en el cine piojito de  la colonia una maratón de cuatro películas del Santo, y fue en ese momento,  entre los gritos de ¡Santo, Santo, Santo! de la concurrencia, así como la  cachondería  desbordada de Lorena  Velázquez, que descubrí mi vocación”.
              
              Según Junior, las películas del Santo han sido clasificadas  por los expertos en cine como del género camp, “que viene siendo algo  así como humor involuntario, pero en lugares como Francia las consideran de  catálogo, aunque no sé si por malas, disparatadas o extraordinarias”.
              
  “Es tanto el culto que el Santo y sus películas despierta en  el extranjero, donde creo que lo valoran más que en México, con excepción de  Tulancingo y Tepito por supuesto, que en Japón y Tailandia el Enmascarado de  Plata tiene monumentos casi el doble de grandes que los que le dedicaron aquí”.
              
              Junior destaca que en el Lejano Oriente se volvieron locos  cuando supieron que el Santo era de carne y hueso, “ya que durante mucho tiempo  creyeron que el Enmascarado de Plata era un personaje inventado para el cine,  como ocurrió con el ya fallecido Huracán Ramírez”.
              
  “Pero el secreto mejor guardado de la filmografía del Santo  es que su obra maestra: Santo contra las mujeres vampiro, en donde roba  cámara, para variar, una escultural Lorena Velázquez, tiene una versión a  colores que sólo se exhibe en Europa y Estados Unidos debido a que contiene  escenas topless, así como lésbicas, lo cual rompía con  la imagen familiar de nuestro héroe, razón  por la cual éste pidió a los productores que no se le diera crédito, lo que  obligó a que el filme simplemente se titulara The Man and the vampire,  pero pus de todos modos... qué delirio no”.
              
  
              -¿Y dónde la puedo conseguir?- 
              
              En todas partes, menos en Tepito y en Tulancingo