"El arte de la guerra se basa en el engaño"
Sun Tzu, El arte de la guerra 

Por Octaviano Lozano Tinoco
Analista político

La reciente crisis bélica entre India y Pakistán, desatada el 23 de abril de 2025 por un ataque en Pahalgam, en el valle de Baisaran, Jammu y Cachemira (India), ha reavivado las tensiones entre estas dos potencias nucleares. 

El atentado, perpetrado por el Frente de Resistencia (TRF), una rama del grupo pakistaní Lashkar-e-Toiba —designado como terrorista por la ONU—, dejó un saldo de 26 turistas hindúes y un trabajador local muertos, además de más de 20 heridos. Este incidente ha generado preocupación global debido al potencial nuclear de ambos países. 

India acusó a Pakistán de apoyar el terrorismo transfronterizo, lo que desencadenó enfrentamientos armados, bombardeos y ataques furtivos. Como respuesta, India expulsó a diplomáticos pakistaníes, retiró a sus diplomáticos, suspendió la emisión de visas, cerró fronteras y anunció la retirada del Tratado de las Aguas del Indo, suspendiendo el flujo de agua a territorio pakistaní. 

Por su parte, Pakistán negó las acusaciones y retalió con restricciones comerciales, el cierre de su espacio aéreo y pasos fronterizos, además de suspender el Acuerdo de Simla, un tratado de paz que establece los principios para la resolución pacífica de disputas y la Línea de Control (LoC, por sus siglas en inglés). 

El Comité de Seguridad del Gabinete de India (CCS, por sus siglas en inglés) instó a sus ciudadanos a evitar viajar a Pakistán y pidió a quienes se encontraran allí que regresaran de inmediato. 

Tras días de intensos combates, el lunes 26 de mayo de 2025, ambos países reportaron una noche sin incidentes armados en la región fuertemente militarizada de Jammu y Cachemira, la primera pausa en varios días. 

El 10 de mayo de 2025, India y Pakistán alcanzaron un acuerdo de alto el fuego, negociado por Estados Unidos, para detener las hostilidades en tierra, aire y mar. Sin embargo, pocas horas después, ambos ejércitos se acusaron mutuamente de violar el cese, generando incertidumbre sobre la sostenibilidad del acuerdo. 

Raíces históricas del conflicto

El conflicto entre India y Pakistán tiene sus orígenes en la partición del subcontinente indio en 1947, tras el fin del dominio colonial británico. Pakistán, de mayoría musulmana, se independizó el 14 de agosto de 1947, dividido en Pakistán Occidental y Oriental, regiones geográficamente separadas. India, de mayoría hindú pero secular, obtuvo su independencia un día después. La partición desencadenó una de las migraciones más grandes y sangrientas de la historia, desplazando a unos 15 millones de personas y causando entre 200,000 y dos millones de muertes debido a disturbios y violencia intercomunitaria entre musulmanes, hindúes y sijs. 

El principal punto de conflicto ha sido Jammu y Cachemira, una región del Himalaya de mayoría musulmana. En 1947, el monarca de Cachemira buscó inicialmente la independencia, pero la invasión de tribus armadas pakistaníes lo llevó a solicitar ayuda a India, que a cambio exigió la incorporación del territorio a su soberanía. Esto desató la primera de varias guerras entre ambos países por el control de la región. 

La amenaza nuclear

India se convirtió en potencia nuclear en 1974 y Pakistán en 1998. Aunque ninguno ha empleado armas nucleares en conflictos, la actual crisis ha avivado temores sobre una escalada más allá de las armas convencionales. India posee aproximadamente 164 ojivas nucleares y capacidades de lanzamiento terrestre, marítimo y aéreo. Aunque mantiene una política de “no primer uso”, en 2019 anunció que podría reconsiderarla. 

Pakistán, con unas 170 ojivas nucleares en 2024, continúa modernizando su arsenal, superando las estimaciones de 1999 de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, que proyectaba entre 60 y 80 ojivas para 2020. A diferencia de India, Pakistán no ha adoptado una política de “no primer uso” y prioriza armas nucleares tácticas para contrarrestar la superioridad convencional de India. Sus ojivas se almacenan separadas de los misiles y solo se ensamblarían en caso de uso. 

La frágil tregua entre India y Pakistán, marcada por acusaciones mutuas, pone en evidencia la dificultad de alcanzar una paz duradera en una región históricamente volátil. La comunidad internacional, liderada por actores como Estados Unidos, continúa mediando para evitar una escalada que podría tener consecuencias catastróficas, no solo para el subcontinente, sino para la estabilidad global. 

“No olvides nunca que los menos fascistas de entre los fascistas también son fascistas” : Roque Dalton, poema Clandestinos.

Por Octaviano Lozano Tinoco, analista político 

Con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, tras ser declarado culpable de 34 cargos en un histórico juicio en Nueva York por ocultar un pago a la exestrella porno Stormy Daniels, su victoria con el voto popular y la mayoría del Colegio Electoral ha dado un nuevo impulso a una visión fascista de gobernar. Esta ideología, caracterizada por un gobierno totalitario, antidemocrático, ultranacionalista y de extrema derecha, encuentra eco en el trumpismo, un populismo que ataca la democracia, normaliza la violencia contra la cultura liberal y rechaza la regulación del mercado. 

El movimiento MAGA (Make America Great Again, “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”) se basa en la creencia de que el país perdió su grandeza debido a influencias extranjeras, tanto internas —a través de la migración y el multiculturalismo— como externas —por la globalización y la integración de economías nacionales—. Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos. Líderes como Nayib Bukele en El Salvador, con su concentración de poder y medidas autoritarias; Daniel Noboa en Ecuador, con políticas de mano dura; y Javier Milei en Argentina, con su discurso antiestatista, reflejan matices de esta tendencia. En Europa, figuras como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, promueven narrativas similares, apoyadas por políticos, presentadores, influencers y actores que alertan sobre supuestos peligros culturales que representa la izquierda en detrimento de la oleada que impulsa Trump desde la Oficina Oval.

Un ejemplo reciente es el episodio “¿El comunismo es el futuro o el gran engaño de la historia?”, de la actriz mexicana Martha Higareda, que desató controversia en redes sociales. Inspirada en las teorías de Antonio Gramsci, Higareda sugiere que el socialismo infiltra silenciosamente instituciones clave —familia, educación, religión, medios y patriotismo— para corromper valores fundamentales. “En este episodio, exploramos una estrategia que podría estar transformando nuestra cultura sin que lo notemos”, afirmó. El empresario Ricardo Salinas Pliego respaldó esta postura en X: “¡Muy bien @marthahigareda

! Vamos con todo a dar la batalla cultural contra la izquierda”, escribió, evidenciando su alineación ideológica. 

Los logros de los movimientos sociales

A pesar del auge del neofascismo, los movimientos de izquierda han logrado transformaciones históricas. La abolición de la esclavitud, el sufragio femenino y la despenalización de la homosexualidad son ejemplos de cómo el activismo de izquierda ha mejorado las condiciones de vida en salud, educación y derechos laborales, como la jornada de ocho horas, el derecho a descanso y la sindicalización. 

Entre sus principales aportes destacan: 

Derechos humanos: La lucha contra la discriminación racial y de género ha garantizado la protección de minorías. 

Igualdad de género: El feminismo ha impulsado el acceso de las mujeres a la educación, el trabajo y la política. 

Justicia social: Avances en la reducción de la pobreza, la desigualdad y la defensa de derechos laborales. 

Democracia y participación: La expansión del voto y los mecanismos de participación ciudadana han fortalecido la democracia. 

Medio ambiente: Los movimientos ecologistas han promovido leyes y prácticas sostenibles.

Hitos clave: 

Movimiento sufragista: Logró el derecho al voto para las mujeres. 

Movimiento por los derechos civiles: Alcanzó la desegregación racial en Estados Unidos. 

Movimiento obrero: Estableció la jornada laboral de 8 horas, el derecho a huelga y salarios justos. 

Movimiento LGBTI: Consiguió la despenalización de la homosexualidad y el reconocimiento de derechos. 

Movimiento anticolonial: Condujo a la independencia de numerosos países. 

Movimiento por la paz: Redujo conflictos bélicos y el uso de armas. 

Movimiento ecologista: Protege el medio ambiente y combate el cambio climático.

La nueva ola de latinoamericana ha generado gran entusiasmo en la izquierda global. Sin embargo, las victorias electorales contra la extrema derecha no bastan. El neofascismo, arraigado en la vida cotidiana y respaldado por sectores de la clase trabajadora, requiere una lucha constante para desmantelar sus estructuras organizadas y su narrativa de exclusión.

“Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta” — Franklin Delano Roosevelt

Octaviano Lozano Tinoco

El militar retirado y experto en inteligencia Ronald Johnson inició formalmente el lunes 19 de mayo su misión como embajador de Estados Unidos en México, al entregar sus cartas credenciales a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Lo hace con una larga lista de temas delicados por delante, que van desde la lucha contra los cárteles hasta el control de la migración y las negociaciones comerciales.

Johnson llegó a México para iniciar su misión diplomática tras jurar su cargo ante el vicepresidente estadounidense, JD Vance, el pasado martes 13 de mayo. Antes de él, el embajador de Estados Unidos en México fue Ken Salazar, nominado por el presidente Joe Biden, quien mantuvo cierta cercanía con el gobierno de la 4T, iniciado por Andrés Manuel López Obrador. Salazar, digamos, era “una paloma”, aunque desde Estados Unidos nunca se debe pensar así. Sin embargo, las cartas credenciales de Johnson dejan constancia de que es un halcón duro y puro.

El nuevo embajador es un veterano de las fuerzas especiales y de la CIA, con más de cuatro décadas de servicio a su país. Fue consejero militar en la guerra civil salvadoreña de los 80 y encargado de perseguir a criminales de guerra en los Balcanes en los 90. Más recientemente, fue embajador de Estados Unidos en El Salvador durante la primera administración de Donald Trump, con Nayib Bukele como presidente.

Aunque se presenta como paloma, al decir: “Nuestra relación con ustedes, con México, es de gran importancia; no hay otra en el mundo que tenga un mayor impacto en las vidas de nuestros pueblos”, afirmó horas después en un video difundido en sus redes sociales. “La colaboración entre nuestros países va a mejorar la vida de nuestros pueblos”, agregó.

Al llegar, realizó dos actividades que muestran su talante: el jueves visitó la Basílica de Guadalupe acompañado por su esposa, Alina, y asistió a una cena de bienvenida organizada por el ultraderechista y trumpista Eduardo Verástegui.

Según reportes de prensa, durante sus primeras actividades en México, Johnson quiso expresar su fe y compromiso, compartiendo en sus redes sociales imágenes de su visita a la Basílica de Guadalupe. Posteriormente, el nuevo representante de Washington fue recibido en una cena de honor en casa de Verástegui, actor y activista conocido por su labor contra la trata infantil y actual presidente de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC).

Al encuentro asistieron diversas personalidades del ámbito empresarial, cultural y social del país, entre ellos Carlos Slim Domit y su esposa, María Elena Torruco; Soumaya Slim; el empresario Carlos Fernández y el cantante Emmanuel, quien ofreció un breve concierto íntimo. Visiblemente conmovido, el embajador agradeció la hospitalidad mexicana: “Que Dios los bendiga a todos ustedes; gracias a México, a mi hermano Eduardo, y a mis otros hermanos y hermanas”.

Nada bueno puede esperarse, más allá de impulsar a los grupos que se oponen al gobierno para buscar su debilitamiento, algo similar a lo que hizo Henry Lane

Wilson durante el gobierno de Francisco I. Madero, cuando apoyó el golpe de Estado que llevó al general Victoriano Huerta al poder durante la llamada Decena Trágica. Wilson fue una figura clave en este episodio; su papel en el derrocamiento de Madero y su apoyo a los golpistas son ampliamente reconocidos. La Decena Trágica, que duró diez días, fue un período de intensos combates en la Ciudad de México, culminando en la muerte de Madero y Pino Suárez.

“Se correrá la voz entre las naciones del mundo de que puede ser peligroso ser enemigo de Estados Unidos, pero ser amigo es fatal.”

Henry Kissinger

La segunda presidencia de Donald Trump, como el 47º presidente de Estados Unidos, ha roto con la diplomacia tradicional, caracterizada por un respeto simulado hacia otros países para negociar las directrices impuestas por Washington. Ahora, desde la Oficina Oval, se emiten órdenes directas a Europa, América Latina, Asia, Oriente Medio y África.

Trump ha planteado propuestas disruptivas: que Canadá se convierta en el estado 51 de Estados Unidos, que Groenlandia se integre al país, que la Franja de Gaza se transforme en una “Riviera de Oriente Medio” para magnates, que se retome el control del Canal de Panamá y que se instaure un nuevo orden económico global bajo la amenaza de aranceles generalizados. Esta guerra comercial ha desatado pánico en los mercados financieros, elevado el riesgo de una recesión global y fracturado las alianzas políticas y económicas que estabilizaron el mundo tras la Segunda Guerra Mundial.

Los economistas están desconcertados ante los intentos de Trump por reformar el orden económico global, especialmente tras heredar la economía más sólida del mundo. Muchos de los socios comerciales acusados de “estafar” a empresas y trabajadores estadounidenses ya enfrentaban crisis internas. En el trasfondo, la economía estadounidense atraviesa una grave crisis, mientras China consolida su ascenso en el escenario global.

Según el Departamento del Tesoro, el déficit presupuestario de Estados Unidos alcanzó un récord de 1.147 billones de dólares en los primeros cinco meses del año fiscal 2025, con un déficit de 307.000 millones en febrero, el primer mes completo de Trump en el cargo, un 4% superior al año anterior. Este período, que incluye casi cuatro meses bajo la administración de Joe Biden hasta el 20 de enero, superó el récord previo de 1.047 billones entre octubre de 2020 y febrero de 2021, marcado por el gasto en ayudas por la COVID-19 y la caída de ingresos por la pandemia. El Tesoro reportó que el déficit de febrero creció 11.000 millones respecto a 2024, impulsado por los intereses de la deuda, la seguridad social y los costos de atención médica, que superaron el aumento de los ingresos.

Por su parte, China, pese a un crecimiento económico más lento (alrededor del 5% anual), mantiene una trayectoria sólida. En 2021, registró su mayor crecimiento en una década, impulsado por exportaciones, aunque enfrenta desafíos como la crisis inmobiliaria y el debilitamiento del consumo. Según el Centre for Economics and Business Research (CEBR), China superará a Estados Unidos como la mayor economía mundial en 2037, un hito que ni la deflación ni la deuda en ciertos sectores podrán frenar.

Contra México: una ofensiva renovada

Desde su primer mandato, Trump ha mantenido una postura hostil hacia México, respaldado por grupos locales de extrema derecha. En el gobierno de Enrique Peña Nieto, insistió en que México pagara la construcción del muro fronterizo, acusando al país de permitir el paso de migrantes a los que calificó de “narcotraficantes” y “violadores”.

Durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, las tensiones disminuyeron con la llegada de Joe Biden.

Ahora, en el segundo mandato de Trump, con amplio respaldo popular y control de ambas cámaras del Congreso, la presión contra México se intensifica. La llegada de Ron Johnson como embajador de Estados Unidos el 15 de mayo marca un punto de inflexión. Exmilitar, boina verde y exagente de la CIA, tiene experiencia en operaciones encubiertas, pero escasa formación diplomática.

Estados Unidos utiliza el narcotráfico como pretexto para presionar a México. Tras declarar unilateralmente a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, Washington podría justificar operativos militares en territorio mexicano sin el consentimiento del gobierno, similares a la operación que acabó con Osama bin Laden en Abbottabad, Pakistán. La presidenta Claudia Sheinbaum ha rechazado categóricamente la propuesta de Trump de enviar tropas estadounidenses para combatir el narcotráfico.

El narcotráfico, un negocio que genera entre 80.000 y 90.000 millones de dólares anuales en el continente, según Global Financial Integrity, no será resuelto por México, un país que paga con sangre un conflicto cuyo principal mercado y lavado de dinero se encuentra en Estados Unidos

Es insensata la palabra ingenua.”

Bertolt Brecht

Por Octaviano Lozano Tinoco

El devenir histórico de la humanidad nunca ha sido un jardín de rosas. Siempre han estado presentes el conflicto, las tragedias y las ambiciones, como un puñal escondido detrás de la puerta, esperando el momento de atacar.

Aunque los operativos criminales han cambiado de nombre, todo se reduce a dos ejes: la ambición de poder y de riqueza. Estos dos factores han movido al mundo, y no hay nada que los detenga: ni la vida humana, ni el daño ecológico.

El mundo necesita democracia, libertad (pero no para hacer lo que a uno le plazca, sino lo que es importante para el individuo y su entorno, más allá de la familia), educación, salud, trabajo, seguridad, recreación y conservación del medio ambiente. Sin embargo, hoy, como ayer, todo eso está en riesgo, porque la guerra sigue siendo el motor de la economía y El Príncipe de Maquiavelo, el dogma para hacer política.

El escenario actual está marcado por la pugna entre Estados Unidos y China por la hegemonía global en este siglo. La llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca potenció este conflicto, administrando las tensiones (en la Franja de Gaza, Ucrania, el Congo y el reciente enfrentamiento entre India y Pakistán) para ganar posiciones cuando cesen los disparos. Con un enfoque maquiavélico, Estados Unidos impone sanciones económicas para renegociar el comercio mundial, buscando sacar provecho mientras amenaza con su ejército y su política intervencionista a los países más débiles.

Los estadounidenses perciben cada vez más a China como un enemigo. Según una encuesta del Pew Research Center, el 42 % de los encuestados calificó a China como un adversario de Estados Unidos, el mayor porcentaje desde que el centro comenzó a plantear esta pregunta en 2021, y un aumento de cuatro puntos porcentuales respecto al año pasado. Otro 50 % describió a China como un competidor, un ligero descenso respecto al año anterior, mientras que solo el 6 % la considera un socio, un porcentaje que se mantuvo sin cambios.

China, la segunda economía mundial, ha contribuido durante años con cerca del 30 % al crecimiento global. Es el mayor socio comercial de más de 50 países y regiones, y el principal de otros 120. Durante décadas, ha buscado reorientar el equilibrio de poder global hacia el este, desafiando la hegemonía de Estados Unidos con su creciente influencia.

En algunos ámbitos, China ya supera a Estados Unidos, especialmente en tecnologías de vanguardia como la inteligencia artificial y la computación cuántica. Sus investigadores publican más artículos científicos que los de cualquier otro país y dominan el mercado de materias primas esenciales para la transición energética. Además, su programa espacial ha sorprendido al mundo al lograr que un rover aterrice en Marte en su primer intento. En el campo de la fusión nuclear, China avanza con paso firme y planea conectar una central de este tipo a la red eléctrica hacia 2035.

Entre sus prioridades estratégicas está la reunificación con Taiwán, isla que considera parte inalienable de su territorio y que constituye el principal punto de fricción con Estados Unidos. Aunque China reconoce que su ejército aún no iguala el poderío militar estadounidense, el presidente Xi Jinping ha fijado como meta para 2035 contar con unas fuerzas armadas modernas, capaces de competir con cualquier adversario.

México está preparado para la democracia”

Porfirio Díaz

Por Octaviano Lozano Tinoco

Al estar en funcionamiento las reformas de segunda generación en México, que no es otra cosa que la venta de Pemex y girar hacia la privatización en la educación y los recursos naturales (agua y la tierra), es claro que los dueños del dinero en México están listos para que Andrés Manuel López Obrador pueda llegar al poder por medio a las elecciones, que le negaron en 2006 y 2012.

Ahora están abiertos a esa posibilidad y la apertura es total, una vez que el tabasqueño dijera en una reunión con la Asociación Nacional de Desarrolladores Inmobiliarios, en el The Real State Show 2018, que no está en sus planes “reelegir”.

Los que si aceptaba sin inmutarse que el presidente Carlos Salinas de Gortari, sin importarles que haya llegado al poder por el fraude electoral de 1988, explorara esa posibilidad, con López Obrador era importante que cancelara esa vía y lo expresara como lo hizo.

“No soy partidario de la reelección. Hay presidentes en otros países que llegan, encuentran una situación muy complicada,

empiezan a gobernar, lo hacen bien y luego modifican las leyes para quedarse más tiempo. Yo no voy a reelegirme, es un asunto de principios, no creo en la reelección”, señaló.

El candidato presidencial se ha declarado admirador de Francisco I. Madero y la no reelección.

Desde su primera campaña presidencial de 2006, donde se le colocó el rótulo de ser “un peligro para México” se le vinculaba al extinto presidente venezolano Hugo Chávez.

Sin embargo, López Obrador reconoció, en su encuentro con empresarios, que los problemas del país no podrán resolverse en seis años, por lo que aseguró trabajará 16 horas diarias a fin de que el sexenio sirva para “sacar a México del atolladero en el que lo han metido y se establezcan las bases para un futuro con justicia y con bienestar”.

De ahí que afirmó: “vamos a hacer 12 años en seis, porque vamos a trabajar 16 horas diarias”.

López Obrador señaló que no hay vínculos programáticos con los gobiernos sudamericanos ni con sus políticas de eternizarse en el poder. “Ni verdes ni maduros. Este es un movimiento mexicano, hecho en México”, señaló.

El intelectual de la derecha y con ligas con los gobiernos en turno, Enrique Krauze, también ya le abre la puerta al poder a López Obrador, en un artículo que escribió en el diario New York Times, donde afirma que el PRI debe perder las elecciones presidenciales por haber reincidido en actos de corrupción.

Esos historiadores que no reconocen que la corrupción y la impunidad son la savia y engrudo que le ha dado cohesión a ese partido, que por cierto nunca ha sido un partido. Es un cartel que se maneja por intereses y sabe que el presidente es el tlatoani que debe decidirlo todo.

Se da el chiste que una vez un presidente preguntó "¿qué hora es? y su edecán en posición de firmes le respondió: La que usted ordene, señor Presidente".

En su artículo Krazue escribe: “México es una democracia, pero hay un descontento profundo con sus resultados. La mayoría resiente, con razón, el magro crecimiento de las últimas décadas, la persistencia de la pobreza y la desigualdad. A esos males se aúnan cuatro problemas abismales: la violencia, la inseguridad, la impunidad y la corrupción. Ante este balance desolador, la reacción natural en cualquier democracia es castigar al gobierno en turno”.

Es increíble este párrafo, donde se dice México es una democracia pero no puede brindar seguridad a sus ciudadanos, se consume en la corrupción y la impunidad. ¿Entonces cómo puede afirmar que es una democracia? Lo que es una democracia disfrazada de genocida y que es

cómplice o mira hacia otro lado cuando se asesina a las personas.

Y bueno el intelectual sigue echando paladas a lo mismo que ha pensado en AMLO, de que no confía en las instituciones, su desdén por la democracia; de su mesianismo tropical, su intolerancia a los medios y su rechazo a los que no piensa como él.

Critica su plan de amnistía a los narcos, su intención de hacer entender al presidente Donald Trump de una buena relación con México y lo trata de populista

Hecho al que se suma que se ha rodeado de antiguos políticos y líderes sindicales del viejo PRI que son “la quintaesencia” de la corrupción.

Pero hoy como nunca la puesta está abierta para AMLO y si no pasa nada, como una decena trágica en el siglo XXI, despachará en Palacio Nacional por seis años.

Ojalá que así sea para cambiar el discurso político y por fin la democracia sea en esencia, un asunto aritmético, suma de votos para los candidatos y después quien logro más. Y punto.

Todos somos un poco ladrones

Álvaro Obregón

 Por Octaviano Lozano Tinoco

Dos grupos  con siglas distintas, con el paso de los años han hecho un daño terrible al país y sin duda para que cambie  deben desaparecer. Uno es la empresa llamada Televisa,  que por años fue “soldado del presidente en turno” y con sus programas idiotizó a generaciones  enteras de mexicanos y permitió que el régimen hiciera todo tipo de triquiñuelas.

El otro es el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que de partido no tiene nada, y es un clan de políticos y empresarios que buscan perpetuarse en el poder, para seguir saqueando los recursos nacionales.

El PRI cumplió ya 89 años de  historia y sigue siendo un cartel político que hace todo tipo de ilegalidades para mantenerse en Los Pinos junto con su aliado: Televisa.

Ese partido ha corrompido la política y a los mexicanos, los ha pervertido y comprado con la frase de que es un “error estar fuera del presupuesto”.

Los ciudadanos que se opusieron a esas prácticas están tres metros bajo tierra, por haber tenido otra forma de praxis política.

El PRI nació el 18 de Enero de 1946 sobre la estructura del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y este, a su vez, del Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado el 4 de Marzo de 1929, en Querétaro.

Su primer candidato presidencial fue Miguel Alemán Velasco y los únicos dos abanderados que han perdido una elección presidencial en toda su historia son Francisco Labastida Ochoa y Roberto Madrazo Pintado.

En la futura elección presencial se aproxima a su tercera derrota con su candidato José Antonio Meade, pero como todo “clan mafioso” empieza a apretar sus tuercas “ilegales” para descarrillar la campaña de Ricardo Anaya, del Frente Por México, para que al final sea una carrera parejera entre Meade y Andrés Manuel López Obrador, de la alianza “Juntos Haremos Historia”.

De la misma forma cuando hubo el problema del desafuero de López Obrador en 2005 y la Procuraduría General de la República (PGR) se puso a las órdenes de presidente Vicente Fox, para intentar sacar al entonces jefe de gobierno de la contienda, Peña Nieto hace lo mismo para eliminar de la contienda al joven Anaya.

Pero hoy un grupo de académicos, intelectuales y activistas publicó el domingo en la revista Nexos una carta abierta al presidente Enrique Peña Nieto, donde condenan el uso de la PGR para perjudicar a Anaya, precandidato presidencial de la coalición Por México al Frente (PAN-PRD-MC).

Como no lo hicieron en favor del AMLO, ahora los firmantes  exhortaron a las autoridades ministeriales a proceder contra el aspirante presidencial “si hay pruebas contundentes”. De lo contrario, agregan, usar a la PGR “para perseguir a un líder de la oposición” coloca a México “junto a países con regímenes autoritarios y democracias totalmente disfuncionales”.

El PRI busca repetir la elección para el gobierno del Estado de México en la presidencial del primer de julio, con lo que busca decirlo que usara toda su mugre para ganar.

Vaya calamidad que se avecina para el país  si  este grupo de personajes, siguen tomando las decisiones de la nación. Como el Partido Comunista de la exURSS pasó al basurero de la historia con su “socialismo real”, es el camino que el PRI, con su ideario del que “no tranza no avanza”, debe seguir por salud de la patria y las generaciones venideras.

Porque ahí tenemos la historia que explica claramente lo que han sido los priístas y las calamidades que han causado en la historia del país. Porque aprendieron a ser verdaderos gato pardos o salamandras que cambian de piel, para estar a todo con el momento histórico que exista en el mundo.

Hoy más de derecha, mañana un poco de izquierda para no dejar en poder. ¿Y el pueblo? Ese es lo que menos le importa, si puede darle gotas de corrupción y esperanza de que las cosas cambiaran algún día. 

Ese PRI nunca ha sido partido y a la larga resultó tan dañino como el porfiriato, por lo que debería desaparecer para bien de la nación, porque es todo lo que no queremos  ver los mexicanos en este siglo XXI.