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        | El  magazo soy yo | 31/07/09 |  
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 POR  RAMIRO GÓMEZ-LUENGO  Tocado  por la suerte que a veces otorga el destino a los desposeídos de la tierra, el  perro de marras se topó hace más de un lustro con el mago de magos: Beto el  Boticario, quien gustoso le concedió la que sería a la larga su última  entrevista, la cual, invadido por la nostalgia del adiós, ahora rememora: 
 Divertimento  cómico-interactivo muy acorde con estos tiempos de ilusiones frustradas y  cambios democráticos de a mentiritas, el montaje en el teatro República de Www.pen-d-jos.com fue el mejor pretexto que tuvo Roberto Ramírez Garza, mejor conocido como Beto  el Boticario, para festejar al lado de Manuel Loco Valdés, Nando  Estevané, Héctor Bonilla, Benny Ibarra y la Pájara Peggy, sus 50  años de carrera.
 
 Enemigo  de la nostalgia, por aquello de que lo mejor aún está por venir, el Magazo admite que jamás pensó que su aparición en el vídeo de Alex Sinteks, Tu  necesitas, junto a Xavier López Chabelo y Alejandro Suárez, lo  pondría de golpe y porrazo en la mira de la chaviza, la cual lo para en la  calle para saludarlo, "a pesar de que muchos de ellos ni siquiera habían  nacido cuando La Carabina de Ambrosio estaba en su apogeo".
 
 Imbuido  desde niño de amor por el espectáculo debido a que su padre fue uno de los  mejores ventrílocuos de su época, el Magazo debe su apodo a que durante  un tiempo trabajó de mozo en una botica en su natal Monterrey, "lo que me  valió el mote entre los muchachos del barrio del Boticas".
 "Pocos  años después, cuando ya estaba de gira en una caravana artística, un colega me  confesó que mi nombre de batalla, en ese entonces: Don Beto, no  emocionaba a nadie, y fue cuando vino de inmediato el recuerdo a mi mente: Beto  el Boticario.
 
 "Si tomamos en cuenta que hago magia, canto, imito,  toco la guitarra y hasta me aviento un número de ventrílocuo, es decir, de todo  como en botica de pueblo, considero que le pegué al clavo".
 Beto  el Boticario emigró en 1952 a  Tijuana como parte del grupo Los Braceros, pero una vez que este se disolvió, a  pesar de que cosechó gran éxito, decidió lanzarse como solista en plan de Magazo,  sin nunca antes haber recibido clases de magia.
 
 "Por  supuesto que con ese aprendizaje desde un principio empecé a cagarla, es decir,  nada de poses serias, actitudes mamonas y trucos complicados, sino un cuate en  plan cotorro y chambón; como quien dice, Beto el Boticario para servirle  a ustedes, pues".
 
 Asiduo  asistente desde niño al cine piojito de su barrio, en donde podía  disfrutar de tres películas por el mismo precio los fines de semana, el Magazo llega en 1956 a  la capital, donde lo primero que hace es visitar los estudios CLASA  (Cinematográfica Latinoamericana Sociedad Anónima), a fin de conocer aquel  mundo mágico, pero como no sabían que era Beto el Boticario, los  vigilantes no lo dejaron llegar ni a la puerta.
 
 "Poco después, ya con la credencial 4 mil 9 de la ANDA, fue cuando pude conocer  aquello, pero para mi sorpresa no encontré nada, puesto que los estudios  estaban cerrados y los letreros de ‘grabando’ y ‘silencio’ encendidos.
 
 "Me  senté en un jardincito y en eso salió el productor de una de las películas que  se estaban filmando, quien después sería mi compadre, Paco Pro, el cual, tras  preguntarme si era actor, me pidió que le ayudara en un casting con  gente nueva, entre ellos Paco Michel y Alfonso Arau, a los que estaban calando  para una cinta que se llamó El Buen Ladrón.
 
 "Que  me aprendo mi diálogo y ahí te voy, con tal buena suerte que el director,  Mauricio de la Serna,  me dijo: ‘te quedas para hacer el personaje del Charifa’.".
 
 Gracias a esa película le dieron un Ariel, y después un  Heraldo, lo que le permitió despegar una carrera que cumple este año medio  siglo de trabajo ininterrumpido, "y si bien he hecho de todo, incluidas 85  películas, mi verdadera vocación es hacer las mismas pendejadas que estoy  presentando ahorita".
 
 A Beto  el Boticario no le molesta en lo más mínimo que lo hayan encasillado en el  personaje del Magazo, "ya que ese señor es, valga la redundancia,  mío de mí mismo de mi personalidad, es decir, soy yo y no hay más; y si los  hay, pues son imitaciones pinchonas".
 "Nunca  temí que la gente se pudiera cansar del Magazo porque muchos de sus  trucos los invento, casi casi, sobre la marcha, y si en un principio el  sindicato de magos me tiró mala onda porque andaba revelando los secretos de la  profesión, como les enseñé a cobrar a los muy ojetes, después hasta las gracias  me daban".
 
 Para  mucha gente el Magazo está irremediablemente asociado con la televisión,  más concretamente con dos programas que llenaron toda una época: Siempre en  Domingo y La Carabina  de Ambrosio.
 
 "Recuerdo  muy bien cuando en 1972 Raúl Velazco me pidió que me integrara a su programa,  ya que en ese tiempo la madre de mis hijas, Gloria, agonizaba debido a una  larga y penosa enfermedad.
 
 "Moralmente destrozado, rechacé la oferta de Raúl,  pero fue la misma difunta la que me ordenó aceptarla, diciéndome que eso me iba  a ayudar mucho. Y dicho y hecho monté una rutina y luego pa’l real, me  saludaban hasta en los camiones y me dieron un diploma porque me aventé 86  programas ininterrumpidos".
 
 
 En estos tiempos de artistas de academia y estrellas de un  sólo videoclip, el legado en cine, teatro y televisión de gente de la talla de  Alejandro Suárez, Manuel Loco Valdés, Héctor Suárez, Chucho Salinas, Héctor Lechuga y el propio Magazo, hace que luzcan como íconos  de una cultura mexicana que amenaza con ahogarse entre las olas de la  globalización.
 
 El Boticario se acepta a sí mismo como parte en cierto modo del inventariado nacional,  "pero muchas de las cosas que hicimos en su momento no resultaban ser más  que soberanas mamadas, las cuales trascendieron con el tiempo y ahora son  consideradas objeto de culto, es decir, hicimos obras maestras sin saber que  éramos tan buenos".
 
 El Magazo, a quien nunca le ha faltado el trabajo,  es de los contados artistas que tiene contrato de exclusividad vitalicio con  Televisa, y ya abrevó en las aguas de la cibernética, puesto que tiene 86  páginas en la red dedicadas a su persona, las cuales, por supuesto, el no las  puso, “perdonando el albur”.
 
           rluengo4@hotmail.com        | 
 
 
 
 La Reina de las Carpas 
              
                
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